Hemos perdido el amor por el mundo, dice Hannah Arendt. Para Arendt, vivimos en una sociedad moderna carente de libertad para actuar con otros y frente a otros, una sociedad de masas individualista arrasada por el consumismo, donde ya "a nadie le importa el mundo"1. Y hablar de mundo es hablar de la vida en común. El rechazo a lo común, la perversión de la política, la desaparición del espacio público y la imposibilidad de una de las condiciones fundamentales de lo humano, la acción, forman un eje central en la obra de esta pensadora política. Pero lejos de darlo todo por sentado y por perdido, Arendt quiere entender las condiciones que llevaron al mundo moderno a rechazar la vida en común y, de alguna manera, propone ir al rescate de lo político, la acción, la libertad y el poder de la vida ciudadana. Por eso, en momentos cuando no pocos apuestan por retomar, resignificar o reconstruir proyectos de lo común, el pensamiento de Arendt tiene tanta vigencia.