C. H. Spurgeon dedicó buena parte de su vida a completar su magnum opus, un macrocomentario al libro de lo salmos que tituló "El Tesoro de David". Spurgeon no tan solo aporta en el mismo su propia exposición versículo por versículo de cada salmo, sino incluye los mejores comentarios sobre cada versículo por los Padres de la Iglesia.