Barranquilla, al comienzo del siglo XIX, era un pequeño puerto fluvial prácticamente sin acceso al mar debido a las dificultades que representaban para la navegación los bancos de arena en Bocas de Ceniza; no obstante, para finales del siglo XIX se había convertido en el principal puerto colombiano y la ciudad se había transformado en un centro industrial y comercial dinámico que contaba con una pujante población en la que se destacarían empresarios e inversionistas alemanes, franceses, ingleses y, más tarde, sirios y libaneses. Esta transformación no hubiera sido posible sin la apertura de los puertos satélites en la bahía de Sabanilla, y sin la construcción de una línea férrea entre estos y Barranquilla, cumpliendo simultáneamente las funciones de puerto marítimo y fluvial con un cometido estratégico en el comercio exterior colombiano del siglo XIX. A pesar de haber sido una línea fundamental para la promoción del comercio exterior y para consolidar a Barranquilla como polo de desarrollo del Caribe colombiano, es tal vez una de las rutas menos discutidas y analizadas de la historia ferroviaria nacional. Así mismo, se analiza la articulación del ferrocarril con el desarrollo del sistema de tranvías de la ciudad.